Llardecans

"Llardecans es guay". Lo decía un adhesivo que causó furor en la población a mediados de los años 90 y lo ratificamos bien entrado el siglo XXI. Los 450 habitantes que suponen actualmente el principal valor del pueblo gozan de una población bonita y amplia, bien situada geográficamente y con buenas comunicaciones. Los 397 m de altitud de la población les permiten sufrir menos frío en invierno y también menos calor en verano respecto a las poblaciones vecinas. 

El municipio pertenece administrativamente al Segrià y limita con la Ribera de Ebro. Es uno de los pueblos que constituyen las llamadas "Garrigues históricas", entre los términos de Sarroca de Lleida, Torrebesses y Maials, y, ya en cuanto a las Garrigues administrativas, topa con la La Granadella. Su paisaje es típicamente carrasqueño, con predominio de los cultivos de olivo y de almendro, aunque también hay sembrados y algunas plantaciones de albaricoqueros. Esparcidas por el término destacan las construcciones de piedra seca, con más de 50 cabañas de piedra. El acceso a Llardecans es cómodo: se encuentra a veinte minutos en coche de Lleida, Flix y Fraga. Además, el pueblo cuenta con carreteras locales y pistas que lo conectan rápidamente con los pueblos del borde.

En las calles del casco antiguo de Llardecans se pueden encontrar grandes casas de piedra del siglo XVIII, hechos en la época de prosperidad que propició la extensión del cultivo del olivo. Con el excelente estado de conservación de los dos templos - la iglesia de Santa María y la capilla de la Virgen de Loreto - se pone de manifiesto la alta religiosidad que se ha respirado históricamente a la ciudad, que ha proporcionado varios curas y monjas a lo largo de su trayectoria y que incluso cuenta con un beat, Miquel Masip. También pasa el Camino de Santiago, y una de sus casas más significativas conserva, en la fachada, la imagen de la concha de los peregrinos, ya que había sido lugar de reposo para los andadores.